"La lectura es la llave que nos abre un mundo infinito de fantasías que nos transportan a mundos posibles en que no sólo aprendemos sobre la vida, sino que nos estimula a pensar."

jueves, 5 de abril de 2012

CUENTO POR PALABRAS

EL NIÑO QUE SABÍA SOÑAR


  Esta historia comienza con la sonrisa del niño más valiente que os podáis imaginar; su pasión era bailar y lo hacía cual delfín, a pesar de que no podía practicar tanto cuanto quería.
  Era muy dulce verlo saltar como si alrededor de un barco estuviese,  lo hacía incluso en la bañera todo arrugado y empapado en agua, pues le encantaba el sonido de sus brazos y piernas al chapotear, no es que esto le hiciese mucha gracia a su madre pero ver disfrutar a su hijo le importaba más que cualquier suelo encharcado, por eso llamar magia a su risa se le antojaba un término más que adecuado.
     A Pablo que así se llamaba el niño le encantaba ver enfurruñada a su madre cuando aquel líquido amarillo manchaba su alfombra nueva; entonces él iba a  hablar” con su perro sobre los paseos de este, el porqué no debía hacer pis dentro de casa y sobre la prohibición de que algo amarillo y caliente humedeciera la pata del sofá de su padre ¡era toda una fantasía soñar que le contestaba en su propio idioma!.
   Un día ambos  se pusieron a jugar alrededor del columpio, era un día muy soleado y bonito por lo que se pasaron allí la tarde disfrutando de la temperatura y de un sinfín de carreras que acabaron agotándolos hasta tal punto que Pablo y su perro se quedaron dormidos junto al tronco del manzano que había en su jardín, cuando su madre los vio se enterneció y suavemente intentando no sobresaltar a su hijo le dio un beso en la frente y le susurró:
-Pablo, cariño, despierta y vamos a la cama que tienes que soñar muchas cosas bonitas como dicen los angelitos.
     El niño le hizo caso, se desperezó y madre, hijo y perro se fueron a dormir.
A la mañana siguiente después de prepararse para ir al cole se montaron en el precioso coche familiar que sus padres habían comprado la semana anterior, era estupendo estrenar coche, a  Pablo le entusiasmaba pensar en cómo le contaría a sus amigos lo mucho que le gustaba estar sentado en los nuevos asientos de cuero de su papá, todos alucinarían. Ese mismo día después de una mañana de clases repletas de enseñanzas y juegos, Gema que así se llamaba la mamá de Pablo le dijo:
-Hijo, ve a ducharte antes de comer que vienes sucísimo de tanto arrastrarte por el patio y ponte el albornoz para ir a tu habitación o te quedarás frío.
-Ya lo sé mamá no hace falta que me lo digas todos los días, soy un niño grande y se hacerlo solo-le contestó enfurruñado a su madre-.
     Después de comer un buen plato de macarrones y de dormir una buena siesta padre, madre e hijo se fueron al centro para comprar algunas cosas que necesitaban y aprovechar así las rebajas; Pero no todo iba a ser idílico aquella mañana puesto que sin que aparentemente ocurriese nada Pablo se puso a llorar y a patalear muy enfadado, todos le miraban en la tienda y se asombraban de que aquel niño tan bueno hubiera cogido aquella gran rabieta y estuviese armando un gran escándalo, pero lo que no sabían y Pablo no quería olvidar era que con un toque de oreja  aquel mago vestido de amarillo, al cual  antes había encontrado en el escaparate de la tienda de golosinas, había conseguido interactuar con él de tal manera que su hipnosis había creado un efecto que según su padre provocó que Pablo pareciera más un perro amarillo con bilirrubina que un niño.Gema acudió muy enfadada al mago para exigirle que devolviese a su hijo su estado normal, y este con una cara entre divertida y digna hizo lo que se le había pedido.
     Os preguntareis porque este niño era tan valiente como al principio os he anticipado y esto se demuestra contando lo que aconteció a continuación tras ese breve pero extraño encuentro que cambió la vida de Pablo y su familia para siempre.



 Esa misma tarde cuando aún paseaban por el centro comercial vieron como un niño muy pequeño  parecía querer coger un pesado perro de mármol (parecía real) que se encontraba en lo alto de una montaña de figuritas del mismo material brillante, pero como era de prever al intentar subirse, las figuras comenzaron a tambalearse y Pablo sin pensárselo dos veces soltándose de la mano de su madre salió corriendo y se puso a bailar alrededor de aquel niño ¡si, si a bailar!, o eso creyeron todos; hizo una hélice con los brazos, agarró de forma muy valiente al pequeño, justo antes de que todo aquel amasijo de mármol cayera sobre sus cabezas logró saltar y salir indemne de lo que podía haber sido un feo accidente, aunque cayó sobre un clarinete y se pinchó un poco el culo, lo que le provocó un pequeño cardenal; su madre lo solucionó con un beso dulce y un fuerte abrazo; llamar a aquello actuación heroica es lo que hicieron los tabloides al día siguiente; Pablo no se acordaba de nada. Todo estaba confuso en su mente y no sabía muy bien lo que había ocurrido solo que todos le felicitaban, esta no fue la única vez que ocurrió algo parecido pues a partir de ese día Pablo tuvo pequeñas pérdidas de memoria en las que, según le contaban sus padres, realizaba actos desinteresados que ayudaban mucho a otras personas, desde nadar mar adentro para salvar a un anciano arrugado que pretendía hablar en ruso con una estrella de mar a rescatar a una señora que había atascado su zapatilla Converse de color amarillo y tacón entre dos vagones del metro, era genial  soñar con cuál sería su siguiente hazaña y a quién ayudaría, lo malo es que no se acordaría...
   Cuando estaba en lo mejor de aquel sueño Pablo se despertó encima del ya poco pastel que su madre había preparado para su cumpleaños, había comido demasiado y se había quedado "sopa" se carcajeó al pensar que todo había sido un sueño, ser un superhéroe con mallot  amarillo era mucho mejor que estar en boca de todos por ser un zampón.




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